Circuitos de diseño

Llevamos unos años ya quejándonos de los nuevos circuitos. De sus escasos puntos de adelantamiento, de sus excesivas escapatorias de asfalto, de sus pocos desniveles... en definitiva, de su falta de espectáculo.

Ahora bien, tenemos que pararnos a pensar que diseñar un circuito hoy en día no es tan sencillo como a nosotros nos parece, la FIA es muy estricta a la hora de homologar un trazado y hay que adaptar el diseño para aseguar que el trazado será aceptado para los distintos tipos de competiciones. Normas como la de no superar un 10% de inclinación en los peraltes o la de prohibir los peraltes negativos a menos que la velocidad de entrada en curva sea inferior a 125 Km/h no hacen sino limitar el sentido del espectáculo en los trazados. 

Pero sin rasgarnos las vestiduras las normas de diseño y homologación de un circuito de velocidad van encaminadas en un sólo sentido, la seguridad. En pro no sólo de los pilotos, sino de todo el personal que participa durante el desarrollo de una prueba, incluso del público que asiste al evento. 

Y las normas no sólo contemplan la seguridad, además miran por el sentido del espectáculo. Por eso vemos esas escapatorias de asfalto que rodean a las zonas de trazada. Se pretende con ello que si un vehículo se sale de la trazada pueda retornar a ella sin graves consecuencias, el propósito de esto es que sea mayor el número de competidores que acaben la prueba.

Sin embargo siempre me quedará la espina clavada de aquellos maravillosos circuitos que se nos han quedado en la cuneta, magníficos trazados rodeados de fresca y resbaladiza hierba verde que hacían que pilotar al límite fuera cosa de auténticos maestros; pisar el piano suponía el reto supremo de hacerlo en su justa medida, un centímetro de más y el monoplaza se convertía en un cortacesped de muy elevado precio.
Subidas y bajadas, montañas rusas de inusitado vértigo. Serpenteantes curvas entre las cimas de las montañas viendo pasar árboles junto a los coches haciendo miles de juegos de sombras sobre el asfalto.

AUTODROMO ENZO E DINO FERRARI (IMOLA)

¿Era necesario perder todo esto? Supongo que aquellos que se sentaron a redactar las normas del "Diseño de circuitos" no se pararon a pensar en lo que perdíamos los aficionados. Bien es verdad que desde la drástica modificación de las normas en 1994 en base a los fatídicos accidentes de Ratzenberger el sábado y de Senna el domingo, no hemos vuelto a tener que lamentar ninguna muerte en Fórmula 1. Pero siempre pienso que las cosas se podían haber hecho de otra forma. En aquel momento surgió la perentoria necesidad de modificar los trazados priorizando la seguridad ante todo.

Analizando fríamente los circuitos que ahora albergan el mundial de Fórmula 1 tenemos una serie trazados que para mí gusto son demasiado planos, faltos de pendientes que exijan un sobre-esfuerzo a los motores y una combinación de largas rectas con complicadas curvas que hagan a los ingenieros sudar tinta para obtener un setup óptimo. La falta de hierba (ahora sustituida por el astroturf) y la cada vez mas inexistente puzzolana hace que los pilotos tomen menos riesgos y puedan alargar las trazadas sin miedo a quedarse atascados en la grava o patinando por la hierba sin control.

Una vez mas, reivindico los viejos trazados, aquellos míticos circuitos donde la Fórmula 1 forjó las leyendas y donde los pilotos tenían que lidiar con curvas ciegas apurando al límite pero sin pasarse. Y si la foto que ilustra esta entrada es de Imola es precisamente porque es el circuito que mas echo de menos en el calendario, todo un mito y un referente. Un circuito donde perdió la vida el que llaman el mas grande, precisamente por eso, en vez de dejarlo en el olvido, nunca debería faltar para que nunca se nos olvide aquello que allí ocurrió.

Seguridad, por supuesto; pero espectáculo también. Nos lo deben.